martes, 25 de noviembre de 2008

Los más de mil muertos de las FPL claman justicia

Entre el recuerdo y la justicia

Han pasado los años y la guerra civil que se liberó en El Salvador, y el recuerdo y los fantasmas de aquella violenta y sangrienta guerra se hacen presentes.

El recuerdo de muchos combatientes de las FPL, asesinados por Salvador Sánchez Cerén, aun vive en la memoria de sus seres queridos. Y los fantasmas de todos aquellos que fueron asesinados por órdenes del candidato a la vicepresidencia del pais por parte del FMLN, hoy aparecen en su vida.

El grito de justicia de todas esas víctimas se hace presente. Familiares de los más de mil combatientes asesinados piden explicaciones a Sánchez Cerén. Pero estas peticiones siguen siendo evadidas por parte del dirigente rojo.

Más que novela de ficción, Geovani Galeas, en su libro "Informe de una matanza" nos lleva a ese obscuro capítulo de la guerra y nos aclara quien es el responsable de tan macabra s ejecuciones.

Frente Paracentral, informe de una matanza 2
Chayito: "Eran veintisiete, los tiraron boca abajo y los mataron"

Chayito, considerada como una de las madres del paracentral, se incorporó a las FPL a mediados de los setentas. Todos sus hijos, Paty, Gloria, Walter y Nelson Vietnamita, también fueron guerrilleros.

Chayito es para muchos una de las madres del frente paracentral. A principios de los años setentas vivía en el cantón la Esperanza, jurisdicción de Tecoluca. Viuda a temprana edad y con siete hijos, tuvo que dedicarse al jornal en la siembra de caña de azúcar.

En aquella época sembraba caña por un colón con setenta y cinco centavos diarios. Para las mujeres, el horario de trabajo se extendía hasta las horas de la tarde, pues además les eran destinadas tareas como el desmonte de los cercos o la limpia de los sembradíos. Los hombres, en cambio, solo trabajaban hasta las doce del día y ganaban dos colones con cincuenta centavos.

Un día, mientras ella trabajaba en su jornal, el administrador de la hacienda la sorprendió por la espalda, realizando tocamientos impúdicos. Chayito se volteó y con toda su furia, lo golpeó en el pecho con una de las cañas que llevaba consigo, y le reclamó por el abuso. El hombre se marchó con la cola entre las patas. Ahí comenzó a nacer la leyenda de una mujer humilde que se convirtió en líder de incontables jornadas de lucha.

Esa misma noche, pensando en el acontecimiento en cuestión, Chayito, terminó por convencerse de que no era justo que las mujeres trabajaran más que los hombres, que ganaran menos y que además fueran abusadas a la menor oportunidad. Al día siguiente comunicó esa idea a sus compañeras de trabajo, y las convenció de insubordinarse juntas.

Subieron a los tractores y no dejaron que los hombres trabajaran, además se resistieron a sembrar la caña y demandaron igualdad de trato frente a los hombres, idéntico salario por la misma jornada de trabajo. Después de arduas discusiones con los representantes de los patronos, el dueño de la hacienda, preocupado por el peligro que la caña cortada se dañara al no ser sembrada, terminó aceptando todas las demandas.

La noticia de aquella negociación laboral donde no hubo organización de por medio, ni asesor legal, ni dirigente político, comenzó a volar de boca en boca por aquellos montes. Fue entonces que los dirigentes de las organizaciones de masas vinculadas a las FPL, la fueron a buscar con la intención de que replicara en otros lugares aquella experiencia.

Cuando sucedió la masacre de los campesinos de La Cayetana, en 1974, Chayito ya era secretaria de actas de Unión de Trabajadores del Campo, UTC. Cuando se formó el Bloque Popular Revolucionario, ocupó el cargo de secretaria general de la base y cuadro organizador. Esos años se le fueron entre lucha y lucha y negociaciones con propietarios de haciendas y fincas. En no pocas ocasiones terminó escapando apenas de los elementos de la Guardia Nacional, que la buscaban para matarla.

Como todos los que comenzaron a luchar en esos años, Chayito terminó siendo militante clandestina de las FPL, al igual que sus hijos: Paty, Gloria, Walter y Nelson Vietnamita, que también se convirtieron en guerrilleros.

Ahora Chayito ya pasa de los sesenta años de edad, pero en sus ojos achinados aún está el brillo de sus ideales y convicciones. Actualmente es presidenta de la Cooperativa de Lisiados de Guerra Dimas Rodríguez, que aglutina a más de mil asociados, no sólo de la ex guerrilla sino también de la Fuerza Armada.

Durante la guerra, ella fue sanitaria en los campamentos guerrilleros y fue herida en combate. Allí conoció a Ethel Pocasangre Campos (Crucita):

-A Crucita la amarraron y la mataron como a un perro, y eso sí me duele. Ella no merecía morir de esa forma. ¿Quién no conoció a Crucita y a su hermana Sonia? Si usted va a hablar con los compañeros, verá que todos las conocimos, y sabemos que eran buenas.

-¿Puede usted considerar la posibilidad de que Crucita fuera una infiltrada?

-No, en ningún momento. Cualquiera que se atreva a decir que ella era una infiltrada la está difamando. Fue una difamación y fue un asesinato. Lo que ellos hicieron con la compañera Crucita solo lo hace el enemigo.

-¿Se dice que la responsabilidad de esos asesinatos fue de Mayo Sibrián, ¿usted qué cree?

-Eso dependió de más arriba. Por eso yo a Leonel González lo odio con todas las fuerzas de mi alma. Yo quisiera que mis ojos fueran balas invisibles y que le cayeran o que se muriera, o que dios derramara un rayo y le cayera antes de que llegara a la presidencia. No me arrepiento de desear eso. Lo digo con todo mi corazón y con todo mi pensamiento y las fuerzas de la sangre que corre en mis venas. Lo digo así, sí quiero eso, lo odio. Sí tengo odio en mi corazón. Amo a los compañeros que han ofrendado su sangre y han dado lo mejor de sus vidas, que lo dieron todo por el pueblo. Pero odio a los que se aprovechan. Y odio a los traidores, porque él es un traidor.

-¿Qué supo de la muerte de Crucita?

-Que la garrotearon toda. Los compañeros cuentan que la arrastraron y le dieron un tiro en la cabeza. Mi esposo, también la conoció, y por ese mismo odio ya no quiere saber nada de la organización.

-¿Usted conoció a Fermín?, él vio cómo torturaron a Crucita.

-Sí, yo lo conozco y él me conoce. En un tiempo estuvimos juntos en los campamentos del paracentral. A Crucita no la mataron donde la torturaron, un sobrino de mi esposo me dijo que la habían arrastrado de los brazos por todo el camino. Cinco días después iban a matar a ese sobrino de mi esposo y a otros compas.

-¿Cómo fue eso?

-A ellos los obligaron a que hicieran las zanjas para matarlos. Los pusieron boca abajo y les tiraron ráfagas, rociándolos a todos, y a él no le cayó ninguna bala. Solo en calzoncillos ha salido huyendo él, hasta San Pedro Masahuat. Aquí por el volcán se tiró recto, pasó por Santa Teresa. Allá por Antioquia han quedado un montón de compañeros. Eran veintisiete compañeros con él, pero ahí quedaron enterrados veintiséis. Los dejaron ahí a que se terminaran de morir. Entonces fue que él se sentó, estaba bañado en sangre, se tocaba y no le dolía nada, era la sangre de los otros compañeros, y así se fue. Eran como las seis y media de la tarde cuando logró salir.

-¿Entonces él vio a Crucita también?

-Sí, es que todos la conocimos. Ella era bien delicada de la piel, le daba alergia, todo el tiempo pasaba con unas cremas. Yo estuve mucho tiempo con ella. Nos conocimos en 1982, cuando yo andaba de sanitaria. Conocí a su hermana Sonia, a la mamá de ellas, una señora muy amable igual que ellas, y a una tía de ellas que se llamaba Cruz, que por eso ella se puso ese seudónimo. Desde que la vi esa vez en San Salvador, la vez que conocí a su tía, ya no volví a saber nada. Crucita regresó al frente y ya no volvió.

http://www.centroamerica21.com/edicion85/pages.php?Id=562

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Redacción
redaccion@centroamerica21.com

A propósito de la presentación del libro Informe de una matanza, grandeza y miseria de una guerrilla, editado por Centroamérica 21; Daniel Romero, excombatiente de las FPL y familiar de una de las víctimas del ajusticiamiento masivo de combatientes en el frente paracentral, en la entrevista Al Día con William Meléndez pidió a Salvador Sánchez Cerén, candidato a la vicepresidencia por el FMLN que por humanismo pidiera perdón, señalara el lugar donde están enterradas las víctimas y que por ética renunciara a la candidatura.

Presentamos un segmentos de la entrevista, en la que también participó Geovani Galeas, uno de los autores del libro junto a Berne Ayalá.

http://www.centroamerica21.com/edicion85/pages.php?Id=561

-Informe de una matanza. El libro

Opinion de Geovani Galeas

Columnista de LA PRENSA GRÁFICA


De Berne Ayalá había leído sus novelas y su magistral crónica extensa sobre la ofensiva insurgente de 1989, pero no lo conocía personalmente. Nos encontramos hace unos tres años, cuando le hice una entrevista televisiva a propósito del lanzamiento de otro de sus libros. Sus particulares puntos de vista sobre la realidad nacional, la literatura y la guerra me impactaron positivamente de forma inmediata.

Él había militado en las filas del Partido Comunista, yo en las del Ejército Revolucionario del Pueblo. La primera de nuestras coincidencias se dio en torno a una convicción: en la guerra civil, en los dos bandos, hubo admirables cuotas de sacrificio y heroísmo, pero también deplorables expresiones de la miseria humana, y es imposible abordar ese pasaje de nuestra historia ocultando o simplemente negando, a conveniencia, alguna de esas dos dimensiones.

http://www.laprensagrafica.com/index.php/opinion/editorial/2622.html

Ante matanzas en las FPL el FMLN "asume demencia" ante llamado de la Iglesia » El FMLN no quiso opinar sobre los detalles de víctimas del FPL.

El Diario de Hoy


Ni el candidato a la vicepresidencia por el FMLN, Salvador Sánchez Cerén, ni el vocero del partido, Sigfrido Reyes, ni otros miembros de este partido de izquierda atendieron el llamado del Arzobispo de San Salvador, Fernando Sáenz Lacalle, de dar detalles de las matanzas de guerrilleros de las FPL asesinados por sospechas de ser "infiltrados" del Gobierno en la guerra.

Sánchez Cerén, quien hace algunas semanas admitió los ajusticiamientos, en una plaza pública del occidente de país, ni siquiera atendió el llamado de El Diario de Hoy para conocer su reacción ante la exhortación del prelado católico.

http://www.elsalvador.com/mwedh/nota/nota_completa.asp?idCat=6351&idArt=3060214

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